Efectivamente, al día siguiente llegaba la pregunta lógica: ¿y ahora qué?
Pues no había mucha duda, el objetivo del viaje era claramente formativo, así que nada mejor que plantear un horario de trabajo, el que acabó por convertir la estancia en algo bastante tedioso.
Sea en casa o a 9.200 km de distancia, cuando el ocio se convierte en trabajo… ya no es ocio, y mi motivación era tal, que mis sesiones superaban ampliamente las 8 horas, llegando en algunos casos a invertir más de la mitad del día entre el juego y los traslados, estos últimos bastante insufribles.
Si tu intención es ir a intentar ganar dinero, todo pasa, al igual que en el juego on.line, por una buena selección de sala y una buena selección de mesa, y esto suponía una inversión en horas realmente importante.
La sorpresa al respecto, es que la política de los casinos está muy enfocada a la captación del turista, por lo que encontrar mesas Limit de Mid Stakes era realmente complicado. Es cierto que podías encontrar mesas de High Stakes NL en casinos como el Bellagio, pero no es la tónica general.
Encontramos mesas Limit de 1/2 a 3/6, incluso 0,5/1 y mesas No Limit mayoritariamente NL200, es decir, que en cierta manera caía un poco el mito de casinos llenos de multimillonarios.
Por otro lado, en cuanto a rentabilidad se refiere y como pasa en cualquier casino local, te encontrabas a un par de primos y el resto eran jugadores habituales.
Por un lado no era extraño encontrar en las mesas mujeres muy agraciadas (strippers ó gogos) y sobre todo bastantes profesionales (muchos de ellos dealers).
Todo esto, acabaría llevando a una clara conclusión, Las Vegas no es un sitio para ir a ganar dinero, básicamente porque el 80% de los jugadores son autóctonos y viven del juego.
Dicho esto, y volviendo a los largos recorridos, The Strip con 6.5 Km de longitud fue una pequeña pesadilla.
Lo que a priori se plantea como un inocente paseo, se acababa convirtiendo en varios kilómetros diarios: ir por ejemplo desde el Flamingo hasta el Wynn suponía una caminata de 1.5 km (3 km ir y volver) y si coincidiese que en tu visita no hubiese mesas, la alternativa pasaba por The Mirage, que suponía otra buena caminata. Si se repetía la historia, la alternativa era el Caesars Palace, que nos llevaba al punto de inicio al encontrarse delante del Flamingo.
Al pasar un par de días y después de hacer el primo, descubrimos The Deuce, autobús que con una tarifa única de 5$ te permitia recorrer el boulevard durante 24 horas. No mucho más tarde, nos enteramos de la existencia del tren monorail, que también enlaza prácticamente la totalidad de la avenida y en este caso de manera gratuita.
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