Enero del 2008.
A mi vuelta de Las Vegas y sin ser consciente de lo que me esperaba pocos meses después, empiezo a plantear el salto a la modalidad Cash No Limit.
Este cambio fue forzado por las circunstancias: en ese momento y aún llevando un año en el medio on.line, era un total desconocedor del mundo exterior, jungla en la que poder encontrar infinidad de empresas de poker on.line (en adelante salas) y múltiples y diferentes ofertas de rakeback.
Frecuentaba una sala en exclusiva y esto limitaba el número de mesas en las que poder jugar, a lo que se añadía el gran número de jugadores de la misma escuela y por lo tanto a la obligada reducción del edge al enfrentarme a compañeros con una misma formación.
Ante este panorama desolador no había mucho margen de maniobra, cambiar de sala no lo considerada una opción (algo que justificaré unos párrafos más adelante), por lo que el cambio de modalidad se convertía en la única alternativa.
Este cambio sin llegar a ser traumático, empezó a dejar entrever mis limitaciones y en definitiva lo que no dejaba de ser otra cosa que las carencias de mi formación.
Efectivamente y para desgracia de los lectores neófitos que no hicieron caso de mi primera entrada y han seguido leyendo buscando una máquina de generar dinero fácil, aquí, como en otras muchas actividades, solo llenarás tus bolsillos con esfuerzo y dedicación.
He de reconocer, que hasta entonces mi interés por el estudio era prácticamente nulo, entre otras cosas porque no se me había inculcado su importancia y tampoco tenía a mi alcance la cantidad de herramientas formativas de las que se disponen en la actualidad.
Esta actitud apática, iba de la mano con el desinterés por conocer otras salas, otras escuelas o simplemente otros puntos de vista en cuanto a estrategias de juego se refiere.
¿Por qué iba a hacerlo? Soy ganador y estoy en el mejor sitio.
Efectivamente, esta impresión se repetirá a lo largo de mi carrera: iluso de mí.
Esa nefasta actitud me llevó a pasar prácticamente dos años en un micromundo cerrado en todos los aspectos, siendo el formativo el lastre más importante.
Por un lado vivir esa situación, enmarcada en el contexto del ocio y el divertimento, me resultaba indiferente, pero una vez que no hay marcha atrás y me veo obligado a convertir ese ocio en una fuente estable de ingresos, me encuentro ante una realidad que a todo jugador le cuesta asumir, mi nivel de juego estaba iendo de la mano con el nivel de ganancias, en definitiva no estando a la altura de las circunstancias, lo que también saca a relucir otra situación y es el atisbo de nula progresión que iba a sufrir mi incipiente carrera.
¿Falta de talento? Por supuesto siempre cabe esa posibilidad, el talento lo tienen unos pocos y por desgracia yo no soy uno de los elegidos, pero básicamente había sido formado para ser un jugador breakeven.
Aunque tampoco es mi intención menospreciar el trabajo de la escuela donde arranqué como jugador (y justificarme no deja de ser fiel reflejo de la situación que transmito en el cierre del artículo) por que al fin y al cabo son los que me abrieron las puertas a este mundo del cual disfruto, y aun respetando (que no compartiendo) su modelo empresarial, no dejaba de ser un paritorio de jugadores no perdedores.
Filosofía, intencionada o no, basada en estrategias y modalidades de juego conservadoras, diseñadas para generar un grandísimo volumen de jugadores que retroalimenten el sistema.
Este pérfil de jugador no pierde dinero y algunos hasta se consideran a sí mismo ganadores.
Esto último a efectos prácticos es cierto: si no pierdes (even en las mesas) y además sumas el rakeback, efectivamente estás ganando dinero.
El cliente, en su mayoría jugadores de nano o micro límites, desconocedor de otro mundo (el de los realmente ganadores) está contento y la empresa también, por lo que se acaba creando el círculo de la confianza.
¿En qué consiste este círculo?
Es relativamente sencillo, el jugador que empieza sus andaduras bajo la protección y tutela de una escuela, al ir creciendo y por lo tanto generando ingresos (o no perdiéndolos), tiende a generar un sentimiento de agradecimiento desmedido que acaba convirtiéndose en fidelización e idealización.
Este sentimiento, debido sobre todo a que es un sector al que accede un gran número de jóvenes que por edad necesitan un modelo en el que sentirse reflejado, puede llegar a rozar lo enfermizo, actitudes enfatizadas bajo un falso concepto de comunidad, que los propios usuarios se encargan de potenciar mediante el uso de foros de discusión, creando estúpidas y cuasi sectarias rivalidades entre escuelas.
Esa fidelización, que no deja de ser altamente meritoria, porque en ella radica el éxito de cualquier empresa, obliga a muchos jugadores, siempre de manera inconsciente, a sentirse en deuda con sus formadores y por lo tanto acaban generando un compromiso moral que les impide buscar otros caminos.
Emanciparse del que un día te dió de comer no deja de ser el peor de los pecados, el de la traición y este sentimiento, es el que definitiva cierra el círculo de la confianza.